domingo, 21 de octubre de 2007

Simpatía por los Stones


Ricardo Camarena

Redactor de Espectáculos

(La Opinión, 8 de febrero de 1999)

En el primero de los dos conciertos ofrecidos por The Rolling Stones en el Arrowhead Pond de Anaheim el martes 6 de febrero por la noche, revolotearon la ventisca, los recuerdos y sobre todo, las ganas de exclamar a todo pulmón: ‘It’s only rock and roll, but I like it’ (Es sólo rocanrol, pero me gusta).

Desde niños casi de brazos, adolescentes exiliados de Oasis y Hanson, la abrumadora mayoría adulta y hasta ancianos ataviados con alguna prenda o colguije con la famosa lengua salida, todos colmaron a su máxima capacidad el foro para 19, 400 almas rocanroleras.

Pasadas las ocho de la noche Bryan Adams, junto con dos músicos más, preludió la velada rockera con una respetable potencia de audio. Bocadillo para quienes tenían un apetito de rock mucho más feroz y se reservaban para el convite mayor.

Las pantallas gigantes sincronizaron el videoclip de la entrada al foro con la presencia real de los músicos. Por ello es que ‘Jumping Jack Flash’ inició el derrotero de canciones de siempre de los Stones, que llegaron junto con los vientos de Santa Ana el martes por la noche. Quizá los vientos se hallaban fuera de época; los Stones, no.

Jagger, vestido inicialmente de camisa rosada, chaleco y pantalones negros, y portando lentes oscuros, abrió a las 9:40 el concierto. Y desde ese momento, auxiliado por los tres grandes panales que semejan las bocinas colgantes del lugar, congregó en torno de sus canciones, como miel, al enjambre de abejas de todas latitudes.

Con la vertiginosa vitalidad de siempre y una agilidad de cachorro de gacela, interpretó entre sus características gesticulaciones y con espléndida voz atemporal ‘Live with Me’, ‘Moolight Mile’, ‘Shine a Light’ y ‘Undercover’. El reconocimiento generacional llegó a la ovación cuando los Stones interpretaron ‘Honky Tonk Women’.

La corista puso la nota sensual cuando hizo dueto con Jagger entre contoneos, compartidos rato después con los demás instrumentistas, mientras el público coreaba los estribillos.

Con una sección de metales –trombón, dos saxofones, trompeta, y tres coristas –dos hombres y una mujer– desfilaron por los amplificadores ‘Paint it Black’, ‘Route 66’, ‘Respectable’, ‘It’s only rock n’ roll’.

Charlie Watts, con su inmutabilidad característica y a ratos bajo un juego de luces color jade, tocó su batería en adecuado contraste con los contoneos de Jagger en el foro y las pasarelas; una rodeaba el foro principal; la otra surcaba el público hasta un foro central, adonde los Stones brindaron un set más de canciones.

El vocalista y Richards emplearon, intercaladas, guitarras eléctricas. Jagger, de cuando en cuando, se colgaba una acústica y en piezas como ‘Midnight Rambler’ sacó notas memorables en un solo del más puro estilo bluesero.

Derril Jones, discreto, bajeaba con poca movilidad; no así los guitarristas Wood y Richards, que emitían conocidos requintos para abrir melodías como ‘Brown Sugar’. Jagger salió en determinado momento del escenario principal y entonces Richards cantó ‘You Got the Silver’ y otro par de temas.

Un par de canciones después, el meneo de las coletitas en el cabello de Richards acentuaban los requintos rítmicamente; para estas alturas, Jagger y Wood se habían despojado de chamarras y camisas y en camiseta rocanrolaban bajo luces estróbicas ‘Start It Up’ y ‘Out of Control’.

Los temas clásicos y lo nuevo de los ingleses se amalgamaron a la perfección. Es más; parecía que el ‘feedback’ fortuito de algún micrófono había sido realmente a propósito, para darle mayor sabor al ambiente “en vivo” de temas que, a más de dos décadas de compuestas e interpretadas por la dupla Mick Jagger-Keith Richards, resonaron con potencia juvenil en todos los rincones del recinto bajo un gigantesco coro cervecero.

El ‘bis’ de la banda inglesa fue ‘Sympathy for the Devil’, en el que puso a corear a toda la concurrencia el famoso estribillo casi aullado, pasadas las 11 y media. Ya una lluvia de serpentinas de estaño había caído sobre la multitud.

En ese momento, el requinto clásico de Richards a este tema fue realtivamente opacado por el ensamble de instrumentos de viento, pero el coro general reivindicó la “simpatía”.

Las más de 20 interpretaciones de esta noche de los Stones forman parte del repertorio de la gira ‘No Security 99’, que inició en Oakland el 25 de enero.

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