martes, 30 de octubre de 2007

Ozomatli




Ricardo Camarena

Redactor de Espectáculos

(La Opinión, 22 de julio de 1997)

Van llegando el martes 13, de uno en uno, como premonición.

Primero el guitarrista y cantante Raúl Pacheco. Luego, Justin Porée el “Niño”, con su cuatro venezolano (guitarrilla de cuatro cuerdas) en ristre. Aunque es percusionista.

Rato después llega su trompetista Asdrú Sierra y los alcanza en el elevador William Maruffo, el baterista.

Jiro Yamaguchi llega tarde, comenzada la entrevista.

De igual modo se formó el grupo, contarán en seguida.

La de Ozomatli (dios de la danza) es una banda que refleja perfectamente la diversidad cultural de Los Angeles.

Compañeros de colegio, de grupo, de “jale”, al coincidir casualmente en las tocadas, sus 10 integrantes fueron formando uno de los grupos de ritmos de fusión más interesantes de la rocketería angelina. La misma que ya no se detiene en la instrumentación clásica setentera y eléctrica, sino que se ha enriquecido con el hip hop, el reggae, el ska y hasta con la salsa.

Yamaguchi en la tabla, con sus aportaciones de la música hindú; el “Niño” Porée, con el berimbau, las congas y timbales, hibridiza la batucada con el toque sonero del metal de Sierra, José “Crunchy” Espinoza al saxofón alto, Ulises Bella al sax tenor y Pablo Castorena al trombón.

Marrufo, de origen yucateco, y Wil-Dog Abers, el líder del grupo, en el bajo y vocales, junto con Charlie ZNA Stewart, complementan el sonido original de Ozomatli.

Han condensado parte de este ensamble rítmico instrumental en un CD demo, que contiene su favorita Cómo ves, además de Super Bowl Sundae y Cut Chemist Suite.

“Ozomatli tiene un par de años de forrmado”, dice Sierra.

“¿Deformado?”, replican sus compañeros entre risas.

“Wil-Dog lo inició; es un güerito judío que creció entre puro latino, allí en Pico-Union”.

Ozomatli continuamente participa en eventos comunitarios en los que la presencia chicana es altamente significativa, y en performances donde el teatro, la música y las artes gráficas son parte de un todo. De una causa.

De un tiempo para acá la decena de músicos alterna cada jueves con grupos anglos en el Dragonfly, un club de Santa Monica que también se distingue por dar cabida a las bandas locales cada domingo. Con esas bandas locales también ha alternado Ozomatli.

“Aunque a veces no con mucha suerte”, reconoce Sierra. “Ahora que participamos en el festival del 4 de Julio en Whittier Narrows la gente se metió con nosotros. Los chavos no aceptaron del todo nuestra fusión y nos tiraron piedras. Algunos de la banda estaban bien contentos de que nos silbaran y gritaran. A los de origen mexicano les tuvimos que explicar después que no precisamente nos estaban aclamando”.

“Pero aún así las mil personas que hubo ese día se prendieron con la banda”, dice ufano Espinoza.

“Eran como 500.... Ya ves doble, loco”, le corrigen entre risas sus compañeros.

Lo que sí es que Ozomatli rezuma honestidad en su trabajo. No asumieron la producción de su CD hasta que la banda estuviera constituida definitivamente.

Actualmente preparan su gira por Cuba, en donde participarán en una docena de foros. Sin tocar donde sea, Ozomatli no es de las bandas que se quejan de falta de espacios para mostrar su trabajo.

Es más, los invitan.

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