viernes, 19 de diciembre de 2008

L.A. Rockolla y su ge'nesis

Por Ricardo Camarena.
Propuesta de columna periodi'stica de rock en espanol en Los A'ngeles, CA
20 de Mayo de 1997

Supervisores:
Gerardo López, editor de La Opinión Newspaper.
Antonio Mejías-Rentas, editor de la sección Espectáculos.
Columna:
Rockolla
Mística:
Es un juego de palabras sobre la acepción “rockola”, que remite al rock en español, “al rock de olla”, local, casero: (underground, subterráneo, alternativo, urbano, rupestre), en Los Ángeles, CA.
Justificación:
El público lector juvenil se ha mostrado proclive a hacer un seguimiento del movimiento de rock en español. Si bien los seguidores de los géneros bailables (salsa y cumbia, onda grupera, música con banda, ritmos centroamericanos) abarrotan salones y eventos populares, y sus gustos están sobredeterminados por medios más eficaces que la prensa escrita, dada su inmediatez y simultaneidad: las estaciones televisivas y radiales.
Además, las inserciones pagadas son unívocas: se trata de eventos claramente comerciales, con una capacidad de convocatoria enorme, dada la popularidad de los artistas del género.
Y, por supuesto, requieren ser atendidos en otro espacio de la sección de Espectáculos. Quizá los viernes y sábados, (ya sea a través de la guía de los clubes y salones de baile, o con reseñas de las bailes, como se ha venido haciendo).
Sin embargo, un sector importante de jóvenes y adultos lectores de La Opinión ha crecido con la oreja puesta en el rock, adaptándolo a su modo de vida y hallando en sus productos una identificación permanente, no como moda musical ni como sinónimo de desadaptación social, sino como vehículo de jovialidad.
El mercado generador de estos productos se mantiene intocado; es sabido que la sección del periódico, dado su alcance, es un parámetro -por sobre las demás publicaciones especializadas- de estos gustos y tendencias, tanto en la proyección de los artistas, como en la promoción de los productos aledaños a esta corriente musical.
Objetivo:
Sintetizar la diversidad de materiales pertinentes a los grupos y productos de rock en español que se reciben frecuentemente en la redacción, así como los que llegan por los cables de agencia, sin compromiso con ninguno de ellos, y con un criterio de selección por parte del editor de la sección.
Extensión:
No mayor que la del Rockalendario, y sin empalmar información de éste.
Periodicidad:
Quincenal.
Recursos:
Disponibilidad de 25 pulgadas en las páginas internas de la sección.
Dead line:
Miércoles quincenales a mediodía, para publicarse el jueves.
Inicio:
Jueves 25 de abril de 1997
Beneficios para la empresa:
Captar un circuito de lectores y consumidores de productos concernientes, con base en información privilegiada y actualizada, aún por sobre las revistas especializadas de rock en español, cuya periodicidad es regularmente mensual, y a veces tardía o esporádica.
Beneficios para la sección:
Darle cabida primicial a productos y servicios relacionados con el género que, aun cuando todavía no tienen una aceptación masiva, progresivamente la están obteniendo. Sin demérito de la ética periodística, se puede implementar esta columna informativa para atender tanto a promotores, publirrelacionistas y músicos, como a su público.
En muchas ocasiones los eventos tienen una importancia dentro de este circuito de lectores y consumidores que escapa al alcance de la cobertura por reporteros o noticias de cable; mayormente si es de índole local. Si bien es cierto que en muchos de ellos priva la informalidad y cierto desorden, en otros las expectativas se cumplen, quedando la sección Espectáculos al margen de la primicia sobre estos eventos.
La comunidad juvenil ha comprobado acercarse los jueves a la lectura del periódico, y en especial a la sección, por la frecuencia con que se abordan tópicos pertinentes a los grupos y artistas locales e internacionales de rock, así como la información oportuna que brinda el Rockalendario.
Ahora sólo faltaría una columna que, con capacidad de síntesis, recopilara la creciente cantidad de información, que no amerita un tratamiento particular como nota, pero sí una mención en párrafos. Más de un promotor incipiente o un club han vuelto progresivamente anuncios formales sus faxes informales al Rockalendario.
Por otro lado, la calidad de los grupos y solistas internacionales que con frecuencia concurren a actuar en foros medianos y pequeños de Los Ángeles, es inobjetable y amerita, si no su cobertura periodística, sí la constancia escrita de su actuación en esta ciudad.
Otro aspecto a considerar sería el de la radio de rock en español, cuya programación también puede ser abordada en esta columna.
Ricardo Camarena.

viernes, 30 de mayo de 2008

Curanderos


Infamia

Si de algo van a servir las producciones independientes de rock en español en California, va a ser por su valor ilustrativo: un CD demo dice más que mil reseñas. En eso hace pensar este material de seis temas de la banda angelina Curanderos, salido al mercado en medio de avatares de producción que no vienen al caso, pero que son como el primer tema: Dolores.

Con marcada influencia de Caifanes, poesía y un buen balance entre el acústico y el eléctrico en las guitarras de Larry Ruiz y Mario Lomar con buena vocalización de su parte, el cuarteto según fotos -y quinteto según créditos de portada- es completado por Fabricio Argueta en la batería, Ricardo Lomar en el bajo y Guillermo Elías en las percusiones.

Es un disco homogéneo, libre de la concesión pieza lenta-pieza rítmica. Prosigue en No me gusta la música la intención de amoldar poesía y rock, con un sonido soft que bien le sienta a las letras que lo menos tienen es ser atropelladas por consonancias forzadas.

No en balde el disco está dedicado a Octavio Paz. Sangre fría recibe junto con esto buenos remates del requinto eléctrico lejano, sin embrutecer de ritmo la melodía. Pablo alcanza buena atmósfera, con canto a dos voces, asunto difícil de librar para otras bandas. Sobredosis y Por fin cierran este medio disco de Curanderos. Ojalá y por lo menos otros seis temas lo redondeen en lo sucesivo.

Ricardo Camarena

La Opinión, 12 de abril de 1998


lunes, 7 de abril de 2008

El vértigo de La Ley



RICARDO CAMARENA

(La Opinión, 21 de abril de 1998)

“Lo bueno es que con este grupo no se echa slam”, decía optimista un fan esteangelino a su pareja, boleto en mano y en la hilera de cateo para entrar a House of Blues la noche del jueves pasado.

Se equivocó, aunque adentro, el lapso de espera del concierto tenía la serenidad de un coctel de inauguración de un pintor novato.

En uno de los mejores conciertos en lo que va del año, el cuarteto chileno de rock La Ley colmó el recinto del boulevard Sunset con los más violentos slameros, a pesar de los pronósticos de que concurriría un público más bien ‘fresa’; o sea, de gustos más cercanos a Maná que a Marylin Manson.

El concierto arrancó con un potente despliegue de luces y sonido, cámara de humo y un receptáculo plástico en forma oval, de donde emergió Cuevas, coronado al igual que el resto del grupo con un casco de luces sacado de la utilería de ciencia ficción.

El despegue enardeció a una multitud caldeada previamente por una pelea a puñetazo limpio entre dos jovencitas, que no pasó a mayores. El toque latino lo pusieron jóvenes compatriotas del grupo, que izaron pequeñas banderas de Chile, esquivando los proyectiles humanos que detrás de ellos se lanzaban inmisericordes.

Iluminado por los destellos de una espléndida, hermosa batería platinada, como aureola, con todos los herrajes y tambores necesarios para imprimirle la potencia necesaria a las vocalizaciones de Alberto Cuevas, Mauricio Clavería lo mismo destrozaba las baquetas en un toque que cimbraba el lugar, que caía a un beat baladero que erizaba el punto de vista de más de un crítico de rock como Octavio Hernández, cerveza en mano.

Pero allí mismo cientos de gargantas aunaban sus alaridos al canto de Cuevas para entonar tanto los temas de Invisible, como los del nuevo álbum. “Bienvenidos al vértigo’’, dijo el cantante moviendo sinuosamente sus brazos enguantados.

La precisión del bajo de Luciano Cuevas y su galanura rindieron a las jóvenes, que lo exigían a gritos como quien pide justicia. Bajo su instrumento desfilaron temas como Animal y la palmeada al estilo flamenco de El duelo, con sus letras bizarras.

Una de las piezas que logró la hilaridad de la multitud fue una excelente interpretación de Vi. Mientras que por otro lado, una de las cosas que logró la molestia de los fotógrafos que hacían su labor de cobertura fue ver que un individuo, que se ostentaba como manejador del grupo, entorpecía su labor fotográfica, a pesar de que los aficionados en la pista sacaban de sus ropas cualquier cámara con flash y tomaban los ángulos favoritos de su grupo consentido.

Con su mezcla de música industrial, siempre apoyada por programadores de sonidos que le daban un aire techno a los ritmos y el toque rockero de la guitarra eléctrica de un inexpresivo Pedro Frugone, La Ley se adueñó de las voluntades con la Fotofobia y la poética Santa Ciudad, dándole su lugar al funk y al jungle en estas y otras canciones.

Sin embargo, asuntos ajenos al concierto empañaron con una violencia innecesaria la estancia de algunos de los jóvenes al frente del foro, en la pista y en la barra del extremo derecho del escenario.

En particular, un fornido joven de cabellera larga y camiseta blanca, que arremetía a empujones malintencionados a cuanto hombre o mujer se le cruzara, en franca provocación, y causando el malestar entre los muchachos que lo circundaban.

Al frente del escenario, uno de los fornidos guardias de seguridad afroamericanos arrostraba a los muchachos que se lanzaban sobre la multitud, y a puñetazos y empellones los azotaba, con rudeza inusual. El resultado fue la dolorosa salida de uno de los más insistentes ‘clavadistas’ de cabello largo en brazos de otro guardia, algo más conmiserado, del recinto.

En el mismo ángulo del club hubo riñas y desalojados por conatos de pelea, aunque los guardias de seguridad del lugar se encargaron de apaciguar los ánimos a su modo: con la brusquedad acostumbrada, mientras, irónicamente, Cuevas y el resto de la multitud cantaban el estribillo No sufras más, de Guerrillero.

Arriba, el concierto se desarrollaba con perfección técnica, con derroche de luces y potencia de sonido, aunque se malograron algunos comentarios inaudibles de Cueva entre canción y canción.

La gente conocía a la perfección las letras y se encargó de darles claridad, coreándolas y saltando con energía. Sed, Solitaryman y Opacidad dieron un momento culminante al concierto, que también tuvo su breve intervalo acústico con un par de melodías, una de ellas Ciclos.

Y el remolino de ritmos y poesía volvió, entre otros, con un tema de hip hop al que fue invitado Archie Frugone, hermano del guitarrista, para echar el ‘palomazo’ en el bajo eléctrico.

En la parte final, La Ley interpretó Krazyworld, un tema en francés, y volvió a un ‘bis’ que alargó hasta cerca de las 11 de la noche el primero de los dos conciertos que brindaron a un público angelino, que hacía más de dos años que no los oía, desde el Wateke 96 en San Bernardino y en el Anfiteatro Universal.

sábado, 29 de marzo de 2008

SinSemilla germina en el rock de Los Angeles


Ricardo Camarena

(La Opinión, 10 de septiembre de 1997)

Giovanni Arriola, incansable músico salvadoreño, se habla de tú con todas las tendencias y derroteros que ha tomado el rockañol en Los Angeles desde los más lejanos tiempos, rumbo a las tres décadas.

El rockosaurio exMixer sigue cimbrando las tarimas de la escena local con sus temas, después de tránsitos históricos por el rock en México, formando parte allá y acá de las más diversas bandas, fracasando y repuntando con los mismos compañeros de generación -Félix Mejorado, Ana Ramírez, Mike Rojas, Tito Larriva, Jorge Luis Rodríguez- y marchando en paralelo con el rock chicano de Rubén Guevara y Safos, con Willie Herrón y Jesse Velo de Los Illegals en el Este de Los Angeles.

Ahora, Arriola comanda SinSemilla, un quinteto integrado por Juan Corona al bajo, el cantante guatemalteco César Ellis, Andrew Light en la guitarra y Gregg Freeman en la batería.

Corona, Ellis y Light, en opinión de Arriola, constituyen la sangre nueva de las canciones que él ha compuesto. SinSemilla ha producido de manera independiente su propio “demo”, El Animal, con siete temas; Light fue el ingeniero de sonido de este material producido por Arriola.

El animal, explica, “es un tema ecológico; Coyote negro es una alegoría de un traficante que dejó a dos campatriotas abandonados y por ello murieron en el desierto de Arizona, al intentar el paso de la frontera, como muchos más. Un tema vigente. El temblor hace referencia al fenómeno acontecido en Northridge, y que frecuentemente padecemos en California. Moliendo café es una versión del conocido tema rítmico, que refleja mi formación musical oyendo música latina”.

Los rockeros, explica, “es un homenaje a quienes conmigo han luchado desde siempre porque haya lugares donde tocar nuestra música. Sola y El primer amor son, por otro lado, temas vivenciales”.

Acerca del nombre, Arriola indica que es doblemente connotativo, no sólo en broma por la “legalizada” que se estila y fuma sin semilla, sino porque “es una metáfora de quienes llegamos a vivir aquí bastantes años y realmente no hemos dejado semilla en esta tierra, no hemos dejado una presencia firme”.

Ellis cuenta que, por principio, invitó a Arriola, su amigo de más de 20 años, a tocar con un grupo de conocidos; pero las cosas se revirtieron y Ellis terminó integrándose al grupo que Arriola armaba entonces.

Corona, el más joven de los integrantes, dice que debe su formación musical como bajista a la escuela y al hecho de haber tocado antes con otros grupos.

Light, guitarrista anglosajón nacido en Rockford, Illinois, dice estar familiarizado con la música y la idiosincrasia latina por vivir en un vecindario de familias centroamericanas; aun cuando no habla español del todo, es corista del grupo. Sus influencias son diversas, como el blues y Jimi Hendrix, Grateful Dead, Earth, Wind & Fire.

Comenta que tras de tocar con bandas como Stroking Roses, Arriola lo invitaba frecuentemente a ensayos caseros, a tocadas diversas, hasta que formalizó su trabajo con SinSemilla.

“Nunca me había relacionado musicalmente con la música de latinos, pero colaborar con ellos es de alguna manera reconocer musicalmente mi raíz, algo de mi espíritu negro y lo que es Los Angeles”, agrega Light.

Freeman, al igual que Arriola, perteneció a L.A. Mixers, grupo que formó con músicos mexicanos y su ex esposa.

“Esto es algo distinto de lo que había venido haciendo en el rock; los temas tienen mensajes ecológicos y las letras son menos metáforicas que las de mis canciones anteriores”, explica.

“Como aquí en tres meses te olvidan como grupo, estamos tratando de tocar lo más frecuente posible; es una labor de promoción, de presencia nuevamente dentro del movimiento de rock en español”, finaliza Arriola.

SinSemilla toca mañana viernes en La Capilla del Rock y tendrá el difícil compromiso de abrir el Festival Locopalooza 97 en Irwindale, el próximo sábado. Alterna con otras siete bandas locales como María Fatal, Ley de Hielo y Las 15 Letras.

sábado, 15 de marzo de 2008

Mountain King: fusión sin confusión


Ricardo Camarena

(La Opinión, 26 de agosto de 1997)

En lo que pudiera ser un segundo aire, el trío Mountain King ha acaparado el circuito de clubes de rock en español de Los Angeles.

“Es a partir de nuestra actuación en el segundo aniversario de la revista “La Neta” que decidimos ser consistentes a nivel de presentaciones en el condado”, dijo por principio Jerry Sandoval, vocalista y guitarra lead.

“Estamos tocando tanto en inglés como en español para abarcar el mayor número de público posible; a la gente le gusta oír rock en ambos idiomas. ¿Por qué no tirarles de ambos lados?” se preguntó y autoaconsejó su hermano Martín Sandoval, el bajista del grupo.

El grupo ha comenzado a ser identificado con una pieza de fusión, el tradicional son El cascabel de la música regional veracruzana, de un estado oriental de la República Mexicana, que interpretada muy a su manera, suena a joropo venezolano, un ritmo vecino del son.

“Oí esa canción una sola vez y la llevé a la guitarra eléctrica. También con el rasgado de una vihuela armé su base rítmica, así como sus requintos, punteados”, comentó al respecto Jerry.

“Pero en definitiva no somos una banda que pueda ser catalogada como de sones de fusión”, replicó Jerry. “Quizá se nos vuelva a ocurrir, pero es impredecible”, agregó.

El grupo tiene grabado un casete con ocho temas, incluido Cascabel: The way to be, Blows my mind, Dreamtime y otras.

Sereno, el baterista Darryl Grama sólo observaba a sus compañeros dar noticia de su actividad musical. En el ambiente, Grama es fácilmente identificable, pues acostumbra rasurar completamente su cabeza.

“Es muy callado. Pero ante sus tambores se prende”, señaló Jerry.

Para los integrantes de Mountain King, no hay un divorcio ni con la popularidad, ni con la posibilidad del éxito: “aparte, el placer de subir a un escenario y compartir tu música es básico”.

Compacto, el grupo presenta sus temas, auxiliándose esporádicamente de los teclados; “hemos pensado en otros integrantes, pero nos hemos dado cuenta que si alguien entra, es porque entiende el tipo de trabajo musical que hemos desarrollado los tres integrantes que actualmente formamos Mountain King”, aclaró Martín.

“Esta idea de agregar nuevos sonidos a nuestra música se puede apreciar en nuestro demotape, con teclados y otros instrumentos. Quizá más adelante se consolide esta idea del cuarto integrante. Por ahora sentimos que estamos funcionando bien como trío”, señaló Jerry.

Consciente del riesgo de repetirse por la continuidad con la que el grupo se ha presentado últimamente en la escena local, Martín reconoce sin embargo que “falta tiempo aún para que eso ocurra”.

Para Martín “el rock en español ha crecido mucho, y no podría suceder de inmediato; además, le vamos a ‘tirar’ al (idioma) inglés. Y como hay muchos clubes para música en ese idioma, se nos van a abrir muchas más puertas en dónde tocar”.

Por mientras, Mountain King ya puede contar entre su biografía haber alternado con la mayoría de las bandas locales de rock en español, así como con el grupo de rock español Los Ángeles del Infierno, y recientemente con Aterciopelados, de Colombia.

Jerry indicó que “esa tocada nos pareció muy buena porque allí nos dimos cuenta de que encajamos con la música alternativa. Nos hizo ver de manera más clara que nuestra música gusta a diferente tipo de personas. La audiencia es variada”.

“Y nuestra música también debe serlo”, agregó Martín. Y prosiguió diciendo que “en el momento en que terminamos de trabajar una idea musical, la descartamos. Nos proponemos siempre buscar cosas nuevas, que la gente reciba en forma fresca desde el escenario”.

Por último, en cuanto a la letra, los integrantes dijeron no abocarse sólo a problemáticas locales o sociales, sino a asuntos más universales, que resulten inteligibles para un público mayor.

martes, 4 de marzo de 2008

Freddy Fender: de una estrella



Ricardo Camarena

(La Opinión, 5 de febrero de 1999)

San Benito, Texas, tiene otra estrella de qué enorgullecerse, aparte de la que porta su bandera: la de Freddy Fender en el Paseo de la Fama de Hollywood.

Y el jueves por la noche, para dar el remate digno a la ceremonia llevada a cabo por la mañana en la esquina de Hollywood Boulevard y La Brea, el músico mexicoamericano fue objeto de un homenaje musical colectivo por parte de sus compañeros de generación, en el club House of Blues.

Rosie y The Originals abrieron con la versión bilingüe de Angel baby el concierto múltiple que precedió a la presentación estelar del guitarrista que tomó su apellido artístico de la famosa marca de instrumentos de cuerda.

También el cuarteto The Blazers se congratuló musicalmente del galardón a Fender. Con un rock and roll de sabroso estrépito y con la conocida cumbia Tiburón, tiburón, popularizada antaño por Mike Laure y sus Cometas, los esteangelinos le pusieron ritmo a la congregación.

Los maduros parroquianos aderezaron entonces la nostalgia de los años 60 y la convirtieron en los más heterogéneos contoneos en la pista del club. Lo importante fue hacer eco de toda una época, a lo que contribuyó la invitación al foro al bajista Jimmy Espinosa, con quien The Blazers ofrecieron la primera de dos interpretaciones de La tierra de las mil danzas, además de una pieza ‘con todo el sabor a Whittier Boulevard’, exclamó Espinosa mientras ejecutaba un buen solo de bajo eléctrico.

Rato después el grupo vocal Cannibal & The Headhunters, memorables teloneros de The Beatles en 1965, ofrecerían también al público el himno onomatopéyico de los sixties: ‘Na, nanananá, nana, naná nananá, nananá, nana nanaaa’. También Hey, Señorita y un afinado ‘blues para el House of Blues’, coreografiado por Robert Jaramillo, Richard López y Charlie Muñoz, llevaron al máximo la algarabía de la concurrencia.

El ambiente de congal efervescía; los pies de la concurrencia tenían un aire de autos lowriders; las cinturas, casi perdidas, un vértigo de búsqueda de los buenos tiempos de swing, surf, boogie y go-go. Departiendo entre el público se hallaban ejecutivos de disqueras, el alcalde de San Benito, la actriz Lupe Ontiveros, y el maestro de ceremonias aludía a la actriz Apolonia (costar de Prince en un filme), sin ubicarla del todo. Pero antes de ellos, Los Traviesos se habían unido al reconocimiento general a Fender con un cover baladero y música de corte tex-mex.

Y por fin, casi a las 10 de la noche, la ovación indicó que Fender, con soda dietética en mano, pisaba el foro de Sunset Strip.

Acompañado de un sexteto con el que surcó de la cumbia a la norteña, del tex-mex al blues y la balada bilingüe, Fender ocultó la enorme hebilla de plata con su nombre tras una guitarra Fender Stratocaster y se dispuso a brindar sus éxitos.

Canciones después el robusto vocalista de grandes bigote y melena se despojaría de su saco rojo con adornos garigoleados, negros para quedarse en camiseta negra estampada con un motivo de motociclista.

Entre canción y canción, recibió reconocimientos como el del presidente de los asambleístas Antonio Villarraigosa y otro galardón por su carrera en activo; a su vez, Fender compartió con diversas personalidades el otorgamiento de la famosa estrella con su nombre en Hollywood Boulevard.

Prosiguió con su concierto; dio su versión de Colina Azul; a ritmo de country mostró su peculiar estilo de tañir y requintear su guitarra sin plectro (“uña”), y cantó en todos los matices: lo mismo con su alegre estribillo “¡Ay, ay, ay!” sabrosas cumbias como La mucura, que sentidas baladas en español como la que popularizó Julio Iglesias, Hey.

Fender, inspiración e influencia declarada para el rockero mexicano Jaime López (Chilanga Banda), mezcló con gracia tanto Allá en el rancho grande y Canción mixteca, como Los ojos de Pancha y su correspondiente versión en inglés; la romántica Crazy fue uno de los temas más aplaudidos.

Pasadas las 11 de la noche, Fender se despidió de su público y entonces, minutos después, la tremenda banda de San Fernando Valley, Tierra, se encargó de darle un ambiente de zoot suiters y de East L.A. al resto de la noche en el club del West L.A.

Y se prolongó la velada con dos saxos, una buena tarima de percusiones caribeñas en manos de Johnny Valenzuela, un trío de vocalistas y el resto de músicos: era el sabor a leyenda de la música chicana de CalifAztlán.

sábado, 23 de febrero de 2008

Bloque de Búsqueda: Fusión en bloque









Ricardo Camarena

(La Opinión, 1 de marzo de 1999)

En el breve pero emotivo concierto que ofreció el octeto colombiano Bloque en el club House of Blues de West Hollywood el viernes pasado por la noche, un repertorio de fusión en el que comulgaron perfectamente el funk, el rap y el rock con los ritmos nativos mostró a la audiencia de una noche nublada y fría las formas de llevar la sangre caliente adonde quiera que se vaya.

Previamente, el grupo Galactic había presentado su set sin canciones, mismas que pasaron por los amplificadores sin pena ni gloria, ante una audiencia más bien preocupada por escoger la bebida adecuada en su mesa.

Contra la costumbre de los conciertos en ese lugar, en el que bandas como Maldita Vecindad, Enanitos Verdes, Pastilla o Café Tacuba atiborran la pista, en esa ocasión la concurrencia, en su mayoría anglosajona, deambulada cerveza en mano y con cierta indiferencia ante el repertorio de Galactic, pasadas las nueve de la noche.

Tuvo que llegar Bloque, más de media hora después, para volver a poner en circulación la sangre de atole que se había coagulado en los ánimos de los parroquianos.

El grupo se merecía mucho más público que el que en verdad tuvo. Pero aún con esta desventaja, canciones iniciales como Daño en el baño preludiaron la intensidad tropilatina de la velada; la letra fue rapeada con ansiedad, actitud y energía por su autor, Iván Benavides.

El octeto fue subiendo la temperatura de sus ritmos conforme la gente se fue acercando a la pista; a la tercera melodía más de una decena de caderas ya se contoneaban con la tambora, las congas, las maracas y un bajo zurdo ya no “pontifical”, puesto que el anterior bajista de Bloque, apodado “El Papa”, no se incluía esta vez en la alineación del grupo.

El repertorio de su primer disco fue repasado en esta presentación, con sonidos de gaita en el aliento de en la voz sinuosa y potente de Mayté Medina, la única mujer en el grupo.

Su flauta hammeliniana de bambú, de un vibrante sonido andino, como de quena, tuvo la magia de encantadora de serpientes, y en otros momentos, al echar mano de las enormes maracas el ágil brazo de Medina tuvo cualidades de áspid de cascabel.

Esta banda colombiana, de la cual algunos de sus integrantes han acompañado al intérprete de vallenato Carlos Vives, prosiguió con su repertorio de ritmos guajiros, funk y con tumbaos rumberos en los que se intercalaron excelentes requintos eléctricos con pedales de distorsión al estilo Carlos Santana. Un claro ejemplo fue la pieza Nena.

Sin lágrimas, ritualista y afrolatina, en la voz de Benavides cobijada por los coros de Medina y el tecladista resultó imponente.

Las percusiones gobernaron todas las piezas, y tanto la batería como las congas, la tambora y los bongós, acentuaron la energía rítmica de Bloque. Sin embargo, la labor de las dos guitarras eléctricas –una de ellas pulsada por el vocalista Benavides– pautaron la modernidad de las melodías.

Con La pluma, cantada por Montero, se estableció el contacto directo que entre tradición y vanguardia constituye el sonido musical de Bloque.

Esta fusión fue manifiesta también en El hedor permitió apreciar otra perspectiva del canto gregario de esta banda, que llevó a la concurrencia a corearla, aún sin comprenderla. Un eficaz solo de guitarra permitió al octeto hacer un exitoso jam de percusiones, teclado y vocalizaciones¶

A paso de ganso y tibios meneos, el público era más un auditorio que ovacionaba a Bloque que un cúmulo de bailadores; atrás quedaba el escepticismo inicial ante esta música cantada en español, con una capacidad de convocatoria de la adrenalina hasta el síncope.

Una hermosa canción, Majaná, cargó de ritmo caribeño en un dialecto afrocolombiano el cierre del concierto, para desconcierto de quienes hasta ese momento habían entrado en calor. La contagiosa sensualidad de la melodía interpretada por Montero fue climática y no precisó de traducciones, ni siquiera al español; mucho menos al inglés.¶

Con el el Rap del rebusque Bloque cerró su presentación y condensó las otras formas versátiles de amalgamar los ritmos afros de Colombia un rock sin fronteras, totalmente original.


sábado, 16 de febrero de 2008

Rock ¿en Bankarrota?

Ricardo Camarena

(La Opinión, 24 de julio de 1997)

Un cuarteto que en desde hace un año ha iniciado el recorrido el circuito de clubes de rock en español -algunos ya desaparecidos en el estira y afloja de la consistencia- es Bankarrota.

Sin alcanzar a precisar su estilo, que surca del heavy metal al alternativo, ellos sugieren el “metal alterlatino” para salvar de la crisis el abuso de la etiqueta.

Bankarrota está formado por el guitarrista Edgar Tirado, de 20 años, de formación ¡bolerística! y con un gusto especial por Pantera; Christian Puerta, de 19, en el bajo, con una formación obtenida en la banda de jazz de su escuela la que, aseguró, le permitió ampliar su gusto por la música y volverla su vocación actual. “Después compraría mi guitarra de 20 bolas en la calle Broadway para tupirle al rock”, comentó.

Jorge Barrera, de 23 años, es el cantante del grupo. Héctor Arana es un baterista originario de Guadalajara, quien inició como guitarrista hace 12 años en el rock, de entre quizás más de 30 inconfesables.

Arana comentó por principio que “el nombre de nuestro grupo refleja mucho de nuestra situación. Casi siempre estamos en bancarrota. Porque en cuestión económica, yo creo que a ninguno de los grupos locales le va bien. Más aún, porque el nuestro está empezando. Pero en cuanto a respuesta de la gente, creo que la estamos logrando”.

La formación de Bankarrota se ha enriquecido gracias al contacto con bandas anglosajonas “y definitivamente, por su influencia dentro del ‘alternametal’”, confesó Arana. De allí que, salvo el idioma, no hay una preocupación musical del cuarteto por desactualizarse.

Por otro lado, “las letras de nuestras canciones hablan de cosas cotidianas, de lo que sucede a nuestro alrededor, y que volvemos música”, dijo Barrera.

“Es el caso de Nocivo, en donde reflejamos una preocupación sobre las broncas como la contaminación, de algo que nos afecta como las sustancias químicas en el aire”, agregó Puerta.

El grupo de Huntington Park tuvo su primera participación estelar en la noche inaugural del club Dragonfly. Desde entonces la presencia de Bankarrota ha sido frecuente en los clubes angelinos.

Escuetos para comentar su propia actividad musical, quizás por su incipiencia, los integrantes de Bankarrota son cuestionados al respecto sobre si su búsqueda es de musicalidad o mensaje en sus temas.

“Ambas cosas”, respondió tajante Arana. “Y creo que se demuestra cuando vemos que los chavos se prenden. Buscamos música que encuentre respuesta en esta gente. Y en cuestión de letra... también. Es como un ciclo: la gente recibe y a la vez nos devuelve esta propuesta”, agregó.

Como reconocido acto de ego, los integrantes afirmaron “tocar lo que por principio nos gusta a nosotros. Un rock fuerte, y de ahí nos basamos para crear algo que provoque la reacción del público, pero no componemos exactamente para la gente, ni coritos catchies o de pop; para nada”, afirmó medio “pirrurris” Arana.

“Nuestra música sí induce al slam, pero en muchas ocasiones sorprende a la gente por la energía que transmite”, reconoció Arana.

“Usamos la música como un puente para comunicarnos tanto con quienes echan slam, como para quienes se quedan quietos, así, con los ojos pelones, preguntándose qué tipo de música les estamos tocando”, agregó Tirado.

“Le llamamos ‘el nuevo sonido de Los Angeles en español’, dijo rimbombante Barrera, recreando un slogan más propio de una agrupación cumbiera que de “un grupo de trash metal, groovy, pesado” y demás definiciones en las que sus integrantes no acertaron a coincidir.

Pero se defendieron precisando en voz de Tirado que “la cuestión es sacar un nuevo sonido al ‘metal’, es decir, al ‘metal de los noventas’”.

“Son bandas como Coal Chambers, Korn, Downset, Helmet, Deftones. Es una fusión del metal con el rap, algo de hip hop y todo eso. Nos identificamos más con los grupos anglos, aunque estamos cantando en español”, precisó Arana.

Barrera, quien al igual que sus compañeros en su estéreo hace convivir a Caifanes con Metallica, y de seguro MTV con Sábado gigante’, destacó sin embargo no necesitar, en el repertorio del grupo, de piezas clásicas de rock para estar en el gusto de su joven público: “Simple y sencillamente nuestra música habla por sí sola. Mensaje o no, la gente la escucha, y nos va a valorar por lo que estamos ofreciéndoles”.

Esto, al lado de las bandas locales en Whittier Narrows a principios de julio, y en Luna Park al lado de La Barranca.

La paradoja es entonces que haya una permanente Bankarrota.

miércoles, 30 de enero de 2008

‘Noches de Sol’ en LA










Ricardo Camarena

(La Opinión, 11 de junio de 1997)

“En Los Angeles nos fue bien, digamos regular, porque resulta que el promotor del grupo que alternaría con nosotros en House of Blues, se fue de vacaciones, y al llegar nosotros acá descubrimos que no lo habían podido coordinar bien”, declaró de entrada Mariano Chueca, vocalista del quinteto de rock español Distrito 14.

El grupo se presentó la semana pasada en tres foros que son representativos del circuito rockero angelino en español: JC Fandango, Grand Avenue y Dragonfly. Sólo faltó House of Blues, por lo que señaló.

Durante la visita que hicieron el lunes a este diario para hablar de sus álbumes, su trayectoria y sus expectativas, los cinco jóvenes de Zaragoza comentaron que el nombre de Distrito 14 lo tomaron de la denominación de su barrio de infancia.

“Este año empezamos la gira en San Francisco, tocando allí, y después de cubrir Los Angeles hicimos contacto para una presentación en las Vegas este jueves. Nos gustó encontrar a gente que gusta de la forma en que hacemos las cosas”, señaló Chueca.

Parece ser que difiere bastante lo que nosotros hacemos que lo que aquí se conoce del rock que se está haciendo en España”, añadió.

De allí, según Chueca, “en Los Angeles esta diferencia se hizo más palpable, de acuerdo con lo que oyó y comentó la gente que asistió a nuestros conciertos”.

Respecto de la generación de músicos en la que pudiera insertarse Distrito 14, Alberto Moliner, bajista del grupo, declaró: “No sé decir, porque hemos estado en varias generaciones, desde que el grupo surgió en 1982. Pero nuestra música tiene relación con la de los 90, de los 70; nuestro grupo favorito se mueve dentro de esos 30 años de rock. Nuestra generación es un compendio de todas las demás generaciones”.

Para Chueca, la temática de las canciones de Distrito 14 está inserta en una manera de entender la vida, “dentro de los cuatro temas universales, los mismos de la práctica mayoría de autores en el mundo. Al final, toques el tema que toques, van a parar a esos cuatro, el amor, el desamor, la despedida y el camino que cada cual toma”.

“Es un poco la base de nuestras canciones: crear pequeñas historias, sobre las cuales no me gusta nunca hablar ni delimitar. No lo que quieren decir, porque están escritas en letra clara y sencilla, pero sí descartar la indagación sobre si es autobiográfica o de una experiencia familiar”.

Chueca considera que los videoclips en ocasiones cancelan las posibilidades y propuestas de imágenes que contiene una canción, “rompiendo la magia que cada canción posee”.

Sin embargo, el grupo refuerza su imagen por medio de un video que a su vez contiene videoclips, la sesión de grabación del disco “La calle del Sol” y el concierto que llevaron a cabo el 4 de octubre de 1996.

La grabación de este concierto dio pie a que Distrito 14 grabara su segundo CD en vivo, Noches de Sol, y que acaba de salir al mercado.

Iñaki Fernández, baterista del grupo, hace un recuento:

“La primera actuación del grupo se da durante el Primer Concurso de Rock Ciudad de Zaragoza en 1982. En 1984 grabamos en Frankfurt nuestro primer disco, que por algún motivo no se logra editar. Por allí tenemos un periodo en que nos dedicamos a labores diversas y nos reunimos en 1987 para proseguir el trabajo de Distrito 14. De ese tiempo se logra, bajo el sello EMI Odeón, El cielo lo sabe, de 1993. Por su cuenta pudieron armar, bajo un sello independiente y propio, La calle del Sol. Es el nombre de la calle zaragozana donde Chueca y Moliner se criaron como amigos y músicos, desde niños.

“En la gira de Estados Unidos estamos realmente temas de todos los discos; no del primero de Alemania, pero sí del de EMI y del recién salido Noches de Sol, comentó Chueca.

“Tenemos en nuestros conciertos un público de todas las edades, desde los 15 hasta los 50 años”, comentó Chueca. “La paradoja es que no hay paradoja; creemos que la música es lo más importante de todo, edades y generaciones aparte. Nosotros creemos que si a alguien le gusta la música, le debe gustar todo tipo de música”, agregó.

El sonido de Distrito 14 contrasta con su exactitud ante la sordidez del heavy Metal; carece de tenebrosidades dark y se codea con el pop sin dejar de lado la experimentación que exige el rock.

Después de considerarse “ciudadanos del mundo”, los integrantes de este grupo español expresaron sus expectativas respecto de su itinerario en Estados Unidos. “El objetivo del grupo después de la experiencia que tendremos en Cuba a finales de años es incursionar en países europeos como Alemania, Bélgica u Holanda”, informó Moliner.

Enrique Mavilla, tecladista de Distrito 14, reconoció que “aun cuando en las canciones, cuya letra es profunda pero sencilla, no manejamos símbolos, sí podría decirse que el sol de la portada de nuestro disco y las dos referencias en los nombres de nuestros álbumes, hablan de una luminosidad en nuestra música. Noches de sol es precisamente el disco en directo de un día “luminoso”, un día de energía, el del concierto del 4 de octubre de 1996”, indicó.

“Más que con símbolos, trabajamos nuestra música con imágenes. Por eso el video que hicimos de nuestra trayectoria tiene más de cortometraje que de videoclip”, aclaró Chueca.

Enrique Jaraba, el guitarrista, desde su llegada a Distrito 14 en 1991 para la grabación de El cielo lo sabe, aportó elementos instrumentales, de su experiencia con el heavy metal en otros grupos. Esto, tras la salida del anterior guitarrista, que sólo permaneció tres meses en Distrito 14. De hecho, los cinco músicos son fundadores de lo que es formalmente el proyecto de Distrito 14. Fernández, el baterista, se incorporó al grupo desde 1993.

“Creo que estos últimos cuatro años han sido los más productivos para el grupo, que la suma de lo anterior, pero sirvió de alguna manera para consolidar lo que ahora es Distrito 14”, comentó finalmente Chueca.

domingo, 20 de enero de 2008

Control Machete: con toda la carga



Ricardo Camarena
(La Opinión, 25 de mayo de 1999)

Con toda la carga musical que lo caracteriza, el trío mexicano de rap y hip-hop Control Machete visita este fin de mes Los Angeles para hacer la presentación formal de su segundo disco Artillería pesada, el lunes próximo en el club House of Blues de West Hollywood.
“Son casi dos años y medio entre Mucho barato y Artillería pesada. La diferencia es clara, pues el disco debut se grabó en 1996 y éste a finales de 1998; es decir, que se trató de un gran esfuerzo y dedicación a Mucho barato, que permitió una distinta maduración y crecimiento en la banda, como personas y como músicos. Durante todos esos viajes de gira viene la idea de Artillería pesada y se hace bajo la producción de Jason Roberts y del integrante del trío, Antonio Hernández, el DJ Toy”, indicó Fermín IV, vocalista del trío en su entrevista en este diario el martes pasado.
“El disco, en su edición mexicana, contiene un programa interactivo que contiene tanto imágenes de una ciudad antigua, como la de una ciudad en pleno desarrollo, que es Monterrey. Son 134 fotografías recopiladas por Alfredo Salazar, así como 34 relatos y crónicas de Adolfo Zapata Guevara; que no son localistas, sino universales”, agregó el DJ Toy, que junto con el vocalista “Pato” forman Control Machete.
“Frente al repertorio inicial de Mucho barato (Polygram), que resultó ser un disco muy visceral, en Artillería pesada (Universal Music) son ahora 11 temas de un disco muy pensado, que sin embargo no pierde los sonidos incidentales del hip-hop. No quiero decir con esto que es un disco ligero o menos fuerte que el primero, sino más profundo”, explicó el DJ Toy.
Agregó que “lo interesante de participar en la producción de este disco de Control Machete es que, aparte de ser gente de conciertos, somos también gente de estudio de grabación. Siempre hemos estado involucrados en esta labor de dirección musical; lo verdaderamente incidental es en sí el trío”.
“Los lugares a los que nos llevó Mucho barato fue todo Estados Unidos en una gira en mayo del año pasado; un mes antes estuvimos en toda Sudamérica. Inclusive hicimos presentaciones en Paraguay, país que nos faltaba por cubrir; en otras giras, como Molochete (con el grupo Molotov), habíamos recorrido Sudamérica y todo Centroamérica, así como España”, indicó Fermín IV.
Toy explicó que el proceso de concebir el nuevo disco les ofreció una encrucijada en su carrera. “Teníamos una disyuntiva: o le seguíamos trabajando a ‘Mucho barato’ y lo llevábamos a lugares adonde no es aún conocido –Japón, algunos países de Europa, no sé– o nos dábamos la oportunidad de grabar. Creo que decidimos emprender la realización de este álbum, ‘dándole vuelta a la página’, tranquilizarnos, meditar los nuevos temas, platicar con la raza, y volver al entorno de donde habíamos surgido como Control Machete, después de tantas giras”.
“Los plazos para trabajar el repertorio del disco fueron libres; no hubo un ‘schedule’, un lapso predeterminado para forzarnos a crearlos. Nos concentramos en Monterrey y empezamos a hacer un disco que nos permitió salir a trabajar conciertos a Los Angeles, a otras giras. Volvíamos a Monterrey y seguíamos grabando, después de los lógicos acoplamientos de la gente del equipo de trabajo”, aseguró Toy.
“El momento del contacto en Cuba con el Buenavista Social Club fue decisivo para animarnos a crear, en específico, el tema Danzón. Fue allí donde sentimos esa conexión con el concepto del disco, porque además de estimularnos, nos permitió darnos la idea de fusionar lo muy contemporáneo con algo de la historia”, explicó Pato, refiriéndose al tema del disco en el que participan experimentados músicos cubanos como Rubén González y Orlando ‘Cachaíto’ López, Juan de Marcos González. Participó asimismo Rubén Albarrán, el vocalista del grupo mexicano café Tacuba; cantante conocido también como “Cosme”, “Re”, “Anónimo” e “Intransigente”.
Dijeron que Control Machete cuenta ya con un videoclip de su tema ‘Sí señor’, realizado por el reconocido videasta mexicano Ángel Flores.
El DJ Toy hizo una reflexión final: “Yo creo que este disco, que es ‘de momentos personales y del grupo’, permitió al taller que creamos dentro de Control Machete extender sus posibilidades creativas; creemos incluso poder trabajar –al igual que se hizo con el Buenavista Social Club– con gente como Los Lobos; se trata de vivir un poquito más con lo que te influencia”.

viernes, 4 de enero de 2008

Pop en acrobacia


Ricardo Camarena

(La Opinión, 25 de enero de 2001)

Actualmente casado y con un hijo, mantiene en su persona un desaliño bohemio, que bien corresponde al generacional. Barba en interinato, ropa holgada; garabatea su foto promocional mientras en la entrevista habla de todo: de sus influencias musicales como The Beatles y The Smiths; de su preferencia por los escritores Truman Capote, Federico García Lorca, Robert Louis Stevenson.

Es Mikel Erentxun Acosta, cantautor español de pop nacido en 1965. Empezó en la banda Los Aristógatos en 1982. Intentó hacer un dúo, sin exito. Pasó fugazmente por la banda 'Journeys to glory’, y por una banda de corte sinfónico, en la que fungió como cantante y guitarrista.

Empezó en 1984 con Diego Vasallo y el baterista JuanRa, del grupo Daltons, su exitosa carrera como Duncan Dhu, nombre de un personaje de Stevenson. Pero también allí brota el germen de su trayectoria alterna como solista: “Después del álbum Supernova Diego y yo decidimos darnos un tiempo – hasta el siguiente disco de Duncan Dhu– para probar cada uno en solitario, por diferentes motivos. En mi caso, para hacer cosas nuevas y descansar un poco de la forma de trabajar como el grupo, que era ya muy grande, con mucha infraestructura. Me apetecía hacer algo mucho más sencillo”.

“Entonces”, prosigue, “casi como un juego, como un divertimento, como una descarga, me puse a escribir las canciones y a grabar Naufragios, mi primer disco. Y fue una sorpresa, porque fue un gran éxito; vendimos muchos más discos que todos los demás álbumes de Duncan Dhu, en México, en Chile; obtuvo un Disco de Oro”.

“Pasaron mil cosas que no me habían sucedido nunca formando parte de Duncan Dhu. Pero entonces quise replantearme todo; que nunca iba a dejar Duncan Dhu, pero conservaría mi carrera en paralelo”, dice con voz tenue, como la de sus canciones.

Después de grabar Teatro Victoria Eugenia y otro álbum más con Duncan Dhu, Erentxun comenta que vuelve a grabar en solitario El abrazo del Erizo, con la colaboración de su amigo Miguel Bosé en una de sus canciones. Es considerado un disco en el que se ven claramente sus influencias británicas. “Endurecí un poco el sonido, lo acerqué más al rock; es un disco con mucha energía. Me permitió además hacer una gira muy grande por toda España y México. De hecho, con cada disco defino una etapa de mi vida; me desnudo interiormente y con las fotos, las grabaciones, las letras de las canciones, hago un compendio de mi vida. Generalmente son dos años de acto creativo, mientras se proyecta, se graba, se distribuye y se conoce por la gente”.

Con su nuevo disco, Acróbatas, Erentxun dice mostrar su permanente influencia por parte del movimiento musical británico.

“Cuando compongo en solitario, evidentemente parto de la base musical de Duncan Dhu; es muy difícil alejarse de eso, entre otras por ser el cantante de ese grupo. Es un nexo común muy importante entre las dos carreras. Sin embargo, he podido experimentar un poco más. He hecho tres discos solistas, y creo que cada uno es un paso adelante respecto del anterior. Ha aprendido más y canto mejor. Canto en tonos muy distintos a los de Duncan Dhu, cuyo sonido se ha convertido en algo como muy clásico, muy completo. Digamos que he encontrado ya nuestro sonido. Sin embargo, como Mikel Erentzun todavía estoy a la búsqueda de mi sonido; creo que me estoy acercando, en la dirección correcta”.

Dice componer libremente, sin directrices ni presión alguna por parte de la disquera; “por el contrario, siempre he relaizado en mis discos lo que he deseado musicalmente; el éxito tampoco me ha presionado. He sido muy, muy libre y eso es una gran suerte: no tener ningún tipo de atadura ni hilos invisibles en mi carrera. Así es como puedo dejar fluir lo que sale directamente del corazón y se convierte inmediatamente en canción, tal cual la he imaginado y pensado en la calle, sin manos ajenas”.

Acróbatas me permite ya que la gente no me reconozca más como ‘el cantante de Duncan Dhu’, sino como Mikel Erentxun; participo totalmente en el disco, después de un año de concebirlo y de escribir todas las canciones en casa, como productor, además de involucrarme en el diseño de las cubiertas, en la fotografía”, aclara.

“En cuanto al contenido de las letras, puedo decir que son vivenciales, intimistas; puedo prescindir casi totalmente del exterior. Son muy cotidianas, un poco más atemporales; creo que si las escribes del exterior, ubicándolas en momentos concretos, envejecen muy rápido. Prefiero escribir sobre el amor, la amistad, con una validez ahora y siempre, y que no están ubicadas en un sitio determinado. Trato de transmitir sentimientos, no ideas ni política”, subraya el vocalista.

“El mundo del artista es un poco ficción: de momento estás delante de tu público, la gran multitud. Pero se acaba el concierto y todo mundo vuelve a casa con su familia, mientras el artista se queda solo en la habitación de un hotel. Un concierto le produce un ‘subidón’, de energía, de adrenalina; pero luego cuesta bajar. Hay un momento difícil para volver de nuevo a la realidad”, dice finalmente.

Así han surgido entonces A pleno sol, Selena, Todo es igual siempre, En mis brazos, Tu nombre en los labios, Puedo dormir de un tirón más de una vida y otros temas que muestran la acrobacia universal del pop.

En este caso, la de Mikel Erentxun.