domingo, 4 de noviembre de 2007

Reventón de superestrellas


Ricardo Camarena

(La Opinión, 5 de mayo de 1999)


El segundo Reventón SuperEstrella, organizado por la estación radiofónica angelina del mismo nombre, permitió al Arrowhead Pond de Anaheim convertirse en un gigantesco club de rock pop en español la tarde y noche del sábado pasado.

Al principio del evento, los letreros en las pantallas gigantes de vídeo reproducían la consigna con todo y faltas de ortografía “La legenda sigue por segunda ves”, por sobre las cabezas de casi un tercio de la asistencia, que llegaría a abarrotar el recinto más tarde.

Con una puntualidad cronométrica, mejor que la del público, a las cinco de la tarde la banda local de rock Materia Gris tuvo sólo una pero bien lograda oportunidad de representar a Los Ángeles musicalmente.

El grupo de cinco elementos y dos músicos invitados dejó rápidamente el espacio para la banda regiomontana El Gran Silencio.

Aun cuando dispuso de más tiempo, como para tres canciones, el grupo desperdició –tras una sabrosona cumbia punk– cinco valiosos minutos con su versión errática a Lo que un día fue no será, la balada que hiciera famosa José José.

Pero la coda a todo punk volvió las aguas al cauce y el público asimiló la situación, poniendo ambiente con gritos y aplausos

Repuestos del susto, los músicos ofrecieron una arrabalera Dormir soñando, que con su corte ranchero y rapero prendió ánimos.

El público seguía en aumento.

Tocó a la adolescente mexicana Litzy debutar en Los Ángeles con un breve repertorio de música dance. Vestida de blanco, con un atuendo en la cabeza que cubría su larga cabellera, la bella exintegrante del grupo Jeans se acompañó en sus interpretaciones por un cuadro de bailarines.

A las seis de la tarde tocó el turno a la texana Chris Pérez Band, comandada por el joven guitarrista y esposo que fue de la cantante Selena. Ofreció un breve set de canciones de rock y pop que fue del agrado de la concurrencia, que casi llenaba el recinto.

Pero aún faltaba lo mejor.

El vocalista español Javier, que cobró inicial notoriedad en la farándula por asumirse como hijo putativo del también cantante Julio Iglesias, puso en aumento la algarabía del público –en su mayoría joven y femenino– con cuatro baladas, acompañado de dos atractivas coristas y una banda de cuatro elementos. Tiembla mi piel fue de las más aplaudidas.

En un intervalo, “El Pato”, Mariana y “El Diablito” –los locutores matutinos de la estación Super Estrella– armaron un sketch con gracejos, simulando el arresto de Gloria Trevi (Mariana) por dos oficiales de la policía.

La parte estelar inició ya con el Arrowhead Pond lleno, excepto las gradas detrás del escenario. Fue Mikel Erentxun, exvocalista del grupo español Duncan Dhu, el encargado de acentuar el aire de rock y pop que la audiencia disfrutó durante media hora.

Con su guitarra acústica al hombro, Erentxun y su banda hicieron corear sus temas a la audiencia de pie. Un momento memorable fue la interpretación del éxito En algún lugar, por allí de las siete de la noche.

Pero indudablemente el merengue se impuso en cuanto al ambiente en el reventón. Elvis Crespo y su cuadro de bailarines, formado por tres parejas, puso a menearse a miles de caderas en las gradas, y a palmear a los más pudibundos.

Con su voz nasalizada y famosos estribillos, Píntame, Suavemente, etcétera, reiterados bajo una pista musical, el Bob Dylan del merengue a todo volumen llevó al delirio a las concurrentes, que se contoneaban en todos los niveles del recinto. Fue media hora de ritmo caliente, ininterrumpido, que culminó, como paradoja, con Suavemente.

El cuarteto de cantantes y bailarines puertorriqueños MDO dio otro rubro a los ritmos modernos, que agradó a la concurrencia. Fue otra media hora de meneos y coros juveniles, en comunión con los cuatro artistas que lucieron sus pasos de baile hasta empaparse de sudor.

A las nueve de la noche se presentó la cantante mexicana Fey, acompañada como es costumbre con siete bailarines. Aun cuando fue artista estelar, ni con Mi media naranja ni con Muévelo logró volver a poner de pie al público joven agotado de merengue y dance, que sin embargo coreó las interpretaciones cómodamente sentado.

Al correrse parte de la pista musical de una de las canciones, el abucheo no se hizo esperar; Fey sorteó la falla técnica al interpretar una balada con acompañamiento de guitarra.

Un joven y una chiquilla lograron subir al escenario para abrazar a la artista; la joven llegó a interrumpir la interpretación de Fey y consiguió no ser desalojada por el personal de seguridad, abrazándose desesperadamente a la artista. A petición de ésta, la fanática pudo permanecer junto a ella y retratarla hasta el final de la canción.

Ni tú ni nadie y Azúcar amargo fueron los temas de despedida de Fey.

El cuarteto de vocalistas masculinos Proyecto Uno, acompañado de un grupo de seis elementos, presentó uno de los más largos sets de canciones–40 minutos– cuya pieza estelar fue la del famoso estribillo “sigue, sigue, no pares, sigue sigue”.

La gente hizo ambiente a su modo, pero el reventón declinaba por allí de las diez y media de la noche, a pesar de la estridencia.

Pero pocos se retiraron; la mayoría aguardaba al cantante boloñés Nek, que se presentó en seguida con un correcto “¡Ciao!” de bienvenida, que muchos usan para despedirse.

Con camisa blanca y buenos músicos de balada pop inclinados al rock –en particular los guitarristas con sus requintos– Nek interpretó las melodías que el público suele oír cotidianamente en la estación organizadora del evento.

No preguntes por qué, Su tal vez, su quizá, mantuvieron al público coreando y aplaudiendo a Nek. Una de las pantallas gigantes de plano “reventó” y la señal de vídeo se distorsionó, pero el concierto siguió su exitosa recta final, justamente a las 11 de la noche, cuando Laura no está, Laura se fue recordó al público que se tenía que ir.

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