martes, 4 de marzo de 2008

Freddy Fender: de una estrella



Ricardo Camarena

(La Opinión, 5 de febrero de 1999)

San Benito, Texas, tiene otra estrella de qué enorgullecerse, aparte de la que porta su bandera: la de Freddy Fender en el Paseo de la Fama de Hollywood.

Y el jueves por la noche, para dar el remate digno a la ceremonia llevada a cabo por la mañana en la esquina de Hollywood Boulevard y La Brea, el músico mexicoamericano fue objeto de un homenaje musical colectivo por parte de sus compañeros de generación, en el club House of Blues.

Rosie y The Originals abrieron con la versión bilingüe de Angel baby el concierto múltiple que precedió a la presentación estelar del guitarrista que tomó su apellido artístico de la famosa marca de instrumentos de cuerda.

También el cuarteto The Blazers se congratuló musicalmente del galardón a Fender. Con un rock and roll de sabroso estrépito y con la conocida cumbia Tiburón, tiburón, popularizada antaño por Mike Laure y sus Cometas, los esteangelinos le pusieron ritmo a la congregación.

Los maduros parroquianos aderezaron entonces la nostalgia de los años 60 y la convirtieron en los más heterogéneos contoneos en la pista del club. Lo importante fue hacer eco de toda una época, a lo que contribuyó la invitación al foro al bajista Jimmy Espinosa, con quien The Blazers ofrecieron la primera de dos interpretaciones de La tierra de las mil danzas, además de una pieza ‘con todo el sabor a Whittier Boulevard’, exclamó Espinosa mientras ejecutaba un buen solo de bajo eléctrico.

Rato después el grupo vocal Cannibal & The Headhunters, memorables teloneros de The Beatles en 1965, ofrecerían también al público el himno onomatopéyico de los sixties: ‘Na, nanananá, nana, naná nananá, nananá, nana nanaaa’. También Hey, Señorita y un afinado ‘blues para el House of Blues’, coreografiado por Robert Jaramillo, Richard López y Charlie Muñoz, llevaron al máximo la algarabía de la concurrencia.

El ambiente de congal efervescía; los pies de la concurrencia tenían un aire de autos lowriders; las cinturas, casi perdidas, un vértigo de búsqueda de los buenos tiempos de swing, surf, boogie y go-go. Departiendo entre el público se hallaban ejecutivos de disqueras, el alcalde de San Benito, la actriz Lupe Ontiveros, y el maestro de ceremonias aludía a la actriz Apolonia (costar de Prince en un filme), sin ubicarla del todo. Pero antes de ellos, Los Traviesos se habían unido al reconocimiento general a Fender con un cover baladero y música de corte tex-mex.

Y por fin, casi a las 10 de la noche, la ovación indicó que Fender, con soda dietética en mano, pisaba el foro de Sunset Strip.

Acompañado de un sexteto con el que surcó de la cumbia a la norteña, del tex-mex al blues y la balada bilingüe, Fender ocultó la enorme hebilla de plata con su nombre tras una guitarra Fender Stratocaster y se dispuso a brindar sus éxitos.

Canciones después el robusto vocalista de grandes bigote y melena se despojaría de su saco rojo con adornos garigoleados, negros para quedarse en camiseta negra estampada con un motivo de motociclista.

Entre canción y canción, recibió reconocimientos como el del presidente de los asambleístas Antonio Villarraigosa y otro galardón por su carrera en activo; a su vez, Fender compartió con diversas personalidades el otorgamiento de la famosa estrella con su nombre en Hollywood Boulevard.

Prosiguió con su concierto; dio su versión de Colina Azul; a ritmo de country mostró su peculiar estilo de tañir y requintear su guitarra sin plectro (“uña”), y cantó en todos los matices: lo mismo con su alegre estribillo “¡Ay, ay, ay!” sabrosas cumbias como La mucura, que sentidas baladas en español como la que popularizó Julio Iglesias, Hey.

Fender, inspiración e influencia declarada para el rockero mexicano Jaime López (Chilanga Banda), mezcló con gracia tanto Allá en el rancho grande y Canción mixteca, como Los ojos de Pancha y su correspondiente versión en inglés; la romántica Crazy fue uno de los temas más aplaudidos.

Pasadas las 11 de la noche, Fender se despidió de su público y entonces, minutos después, la tremenda banda de San Fernando Valley, Tierra, se encargó de darle un ambiente de zoot suiters y de East L.A. al resto de la noche en el club del West L.A.

Y se prolongó la velada con dos saxos, una buena tarima de percusiones caribeñas en manos de Johnny Valenzuela, un trío de vocalistas y el resto de músicos: era el sabor a leyenda de la música chicana de CalifAztlán.

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