domingo, 16 de diciembre de 2007

La Lupita cerró temprano


Ricardo Camarena

La Opinión, 25 de septiembre de 1997

Un House of Blues con algo de museo en lunes resintió los estragos del “puente” del Día de los Caídos. Día de descanso que mermó la asistencia de la banda el martes por la tarde al concierto de Radio Caos, Azul Violeta y La Lupita, que cerró temprano.

En el horario reglamentario, si fuera tienda de abarrotes en México con el mismo nombre. Se trataba de una de las bandas chilangas de rock más conocidas del ambiente, y sin embargo...

Todo comenzó con la centena de jóvenes puntuales que presenciaron la actuación de Radio Caos, con repertorio de su primer CD, Botas Negras: Ritual, Bailando, Abril y un medley que por allí dejó escapar la clásica de Pink Floyd, The Wall.

El grupo angelino de cinco integrantes se defendió como gato boca arriba con más rolas: Relax y Where. No podía ser menos para los teloneros de los Enanitos Verdes.

Escuálidos, los aplausos apenas avisaron que culminaba su actuación. Algo faltaba.

Gente.

La afluencia aumentó discretamente durante la presentación de Azul Violeta. Los dos exintegrantes de Maná garantizaron con el resto del grupo su calidad interpretativa. Empezaron sin guitarrista, pero inmediatamente los “secres” corrigieron el desperfecto de sonido, incorporándolo a piezas como Volveré a empezar, y creo en ti.

Un sonido funk marcó los acentos de Azul Violeta. El más agradecido era un alto afroamericano que llevaba los punteos rítmicos con sabor. Con la fuerza de la instrumentación sobre la letra interpretaron algunas piezas más, destacándose la desgarrada vocalización de Hugo Rodríguez.

Después de un pontifical “Dios los bendiga” por parte del cantante, Azul Violeta salió del escenario.

El ambiente ya entibiaba. Arriba, en la desolada sección de mesas reservadas, un “Jaguar” Hernández en la penumbra daba alguno que otro autógrafo y negaba una que otra foto.

Abajo, por fin “el plato fuerte”. Los comensales que le habían hecho “gestos a la sopa”, bajaban a la pista de baile para las tradicionales rondas de slam.

La Lupita abrió con Camello, Bizcos y Miedo de volar ante el personal. Héctor Quijada y Rosa Adame, con su peinado de “colitas”, destilaron la energía que suelen emplear en sus conciertos.

Sin embargo, un fantasma recorría House of Blues: el fantasma del Memorial Day. “A mí no me engañan. Esto es como un lunes...”, decía escéptico al respecto un fotógrafo de rock en la penumbra, evaluando la menguada asistencia al concierto.

Cierto: hubo slam, clavadistas, el sudor del matrimonio de vocalistas Quijada-Adame, los requintos altisonantes de Lino Nava y los tamborazos precisos del “Bola” Domene.

La Lupita arriesgó el ritmo de la tocada al presentar material de su cuarto disco, Bossa nova, inoportuno contraste musical que agarró fuera de la base a los slameros y a la asistencia que ya se había encarrilado en el ambiente. Un sentimiento de quietud entumeció a los perplejos concurrentes.

Entonces, para La Lupita, hubo que remediar el letargo y el repertorio con Hay que pegarle a la mujer, en donde la tradición se impuso a la experimentación. Las aguas volvieron a su cauce. El relajo pudo continuar.

Ya en pleno, Me cae, Mañana y Ja, ja, ja se encargaron de arremolinar al auditorio de la pista. Pero más de uno, quizá una cuarta parte de la concurrencia, volvió a deambular en los alrededores.

Quijada, el vocalista, lo sabía. Hizo un comunicado de guerra a quienes andaban promoviendo desautorizadamente otras presentaciones de La Lupita por las lejanas tierras de West Hollywood; “inclusive siguen vendiendo boletos, pero no vamos a estar allí”, recalcó molesto.

La proclama fue rubricada con un sólido recordatorio familiar por parte de músicos y público, poco más de 200 personas. Y así la música siguió, siguió. Toda la noche, diría Paul Anka, hasta que La Lupita tuvo su primera salida del escenario.

Volvió para rematar con tres piezas más. La “tigresa” Contrabando y traición puso punto final a la segunda presentación de La Lupita en California.

Conste que por ellos no quedó. Pero algo siguió faltando.

Se rompió la Ley del Hielo


Ricardo Camarena

La Opinión, 18 de junio de 1997

El trío angelino de rock en español Ley de Hielo visitó el martes pasado la redacción de este diario para comentar aspectos de su participación dentro del Anfiteatro Universal, teloneando la Rockinvasión 97 el sábado y el domingo próximos, y sobre su nuevo disco.

En octubre pasado, en el festival musical Wateke 96 en San Bernardino al este del condado de LA, su participación no fue en el foro principal, sino en un foro alterno. Todo parece indicar entonces que el rock en español local ya está dando la talla.

“Queremos subir al foro no como Ley de Hielo solamente, sino representando a la escena rockera local”, procuró aclarar Pino Yllescas,de 35 años, guitarrista y manager del trío angelino. Agregó que “gracias a la ayuda de muchos amigos, a la gente de la revista Retila y a los medios, después de muchos años de darle duro y en donde sea a nuestras tocadas, por fin se presentó esta oportunidad”.

“Este logro es una lucha contra la ideología misma de muchos promotores, que tenían bloqueado al rock local por razones inherentes al propio movimiento: la informalidad, la falta de presencia. Aunque también, si ellos no conocen algo de la región, no lo van a apoyar. Es el caso de la empresa refresquera que patrocina (Mountain Dew). Entonces se dan esas barreras, esas “leyes de hielo” contra los grupos”.

La labor del trío rockero no se concreta sólo al recorrido del circuito de clubes y lugares tan diversos como las escuelas primarias en Inglewood; también se ha concretado en discos (LDH es el primer grupo firmado por Aztlán Records), y va en el camino de la grabación de su segundo CD.

José Montes de Oca, de 25 años de edad bajista y vocalista del trío, comentó que “estamos ensayando seis de los siete días, porque tenemos la responsabilidad del Anfiteatro, alternar con bandas de diferentes países y por supuesto, la entrada a grabar el disco, que será en julio”.

Al respecto, Jimmy Velázquez, baterista de 29 años, dijo que “aunque es un cartel internacional, esta misma fase de preparación que hemos llevado nos permite proyectar sin nervios, mas bien con entusiasmo, lo nuestro; en vivo es cuando más sale nuestra energía, cuando más seguros estamos. Automáticamente todo está a nuestro favor, y por ello nos da más confianza aún. Nervios creo que es lo que te da después”, reflexionó.

Respecto de la preparación del segundo CD de Ley de Hielo, Yllescas anticipó que “seguramente habrá un trabajo con nuevos ritmos, una madurez, y es probable que haya músicos invitados; pero el cambio no será total dentro de lo que es la esencia del estilo del grupo”.

Ley de Hielo ha tenido otros avatares en sus presentaciones. En abril, durante una presentación en Occidental College, se derrumbó la estructura de luces mientras interpretaban Lumpen, cayendo sobre Yllescas y Montes de Oca. “Pino, en la confusión, no dejó de tocar, pero José llevó la peor parte, porque el impacto lo tumbó del escenario”, recordó Velazquez, quien presenció todo sin poder evitarlo, desde su batería. Para rematar les cayó a los tres la lona.

Por otro lado, les tocó participar en el programa televisivo Padrísimo. Velázquez comentó que “Fue positivo. Raquelín, la conductora, sabe manejar su programa; no hubo rechazo ni incidentes y finalmente ganamos un espacio más para el rock, ante familias, cantándoles en vivo tres temas nuestros: Nunca, 100 años luz, y Camino a casa. Lamentablemente se transmitieron sólo las dos últimas”.

“Pero de todas maneras fue una gran satisfacción, aun cuando tuvimos que desplazarnos hasta San José para la grabación del programa”, agregó Montes de Oca.

En esa ocasión Ley de Hielo también tuvo la oportunidad de acompañar a Alejandra Guzmán en tres canciones. “Y a bailar”, bromeó Velázquez.

“El nombre de Alejandra Guzmán es grande en los espectáculos, y haber actuado con ella nos permitió acceder a medios y a una proyección a los que hubiera sido difícil de otra manera”, indicó Yllescas.

Ley de Hielo también desvaneció la especulación sobre una relativa rivalidad con el grupo de rock María Fatal. “Para nada; con ellos hay buena amistad, y público de rock hay para todos los grupos”, dijeron casi al unísono los integrantes del grupo que también ha viajado este año a Chicago para promover su material.

Sobre la opinión entre gente de rock de que para un grupo el que uno de sus integrantes funja como manager es limitante. “Hasta ahora el grupo va bien. Cada uno de los tres hace su parte, se mueve para conseguir tocadas, y todo esto es a base de trabajo, no sólo se trata de subir a tocar y ya”, señaló Montes de Oca.

“Ley de Hielo ha sabido colarse a los eventos, entrar en contacto con la gente indicada para proyectarlo en distintos ámbitos, y quizá más adelante podamos darnos el lujo de un representante. Pero por ahora, y sin descuidar nuestras otras actividades laborales, siento que vamos por buen camino”, resumió Yllescas.

Su participación en las dos sesiones de la Rockinvasión 97 en el Universal Amphitheatre, que arrancan desde las cinco de la tarde, son entonces la mejor oportunidad de corroborarlo.