sábado, 29 de marzo de 2008

SinSemilla germina en el rock de Los Angeles


Ricardo Camarena

(La Opinión, 10 de septiembre de 1997)

Giovanni Arriola, incansable músico salvadoreño, se habla de tú con todas las tendencias y derroteros que ha tomado el rockañol en Los Angeles desde los más lejanos tiempos, rumbo a las tres décadas.

El rockosaurio exMixer sigue cimbrando las tarimas de la escena local con sus temas, después de tránsitos históricos por el rock en México, formando parte allá y acá de las más diversas bandas, fracasando y repuntando con los mismos compañeros de generación -Félix Mejorado, Ana Ramírez, Mike Rojas, Tito Larriva, Jorge Luis Rodríguez- y marchando en paralelo con el rock chicano de Rubén Guevara y Safos, con Willie Herrón y Jesse Velo de Los Illegals en el Este de Los Angeles.

Ahora, Arriola comanda SinSemilla, un quinteto integrado por Juan Corona al bajo, el cantante guatemalteco César Ellis, Andrew Light en la guitarra y Gregg Freeman en la batería.

Corona, Ellis y Light, en opinión de Arriola, constituyen la sangre nueva de las canciones que él ha compuesto. SinSemilla ha producido de manera independiente su propio “demo”, El Animal, con siete temas; Light fue el ingeniero de sonido de este material producido por Arriola.

El animal, explica, “es un tema ecológico; Coyote negro es una alegoría de un traficante que dejó a dos campatriotas abandonados y por ello murieron en el desierto de Arizona, al intentar el paso de la frontera, como muchos más. Un tema vigente. El temblor hace referencia al fenómeno acontecido en Northridge, y que frecuentemente padecemos en California. Moliendo café es una versión del conocido tema rítmico, que refleja mi formación musical oyendo música latina”.

Los rockeros, explica, “es un homenaje a quienes conmigo han luchado desde siempre porque haya lugares donde tocar nuestra música. Sola y El primer amor son, por otro lado, temas vivenciales”.

Acerca del nombre, Arriola indica que es doblemente connotativo, no sólo en broma por la “legalizada” que se estila y fuma sin semilla, sino porque “es una metáfora de quienes llegamos a vivir aquí bastantes años y realmente no hemos dejado semilla en esta tierra, no hemos dejado una presencia firme”.

Ellis cuenta que, por principio, invitó a Arriola, su amigo de más de 20 años, a tocar con un grupo de conocidos; pero las cosas se revirtieron y Ellis terminó integrándose al grupo que Arriola armaba entonces.

Corona, el más joven de los integrantes, dice que debe su formación musical como bajista a la escuela y al hecho de haber tocado antes con otros grupos.

Light, guitarrista anglosajón nacido en Rockford, Illinois, dice estar familiarizado con la música y la idiosincrasia latina por vivir en un vecindario de familias centroamericanas; aun cuando no habla español del todo, es corista del grupo. Sus influencias son diversas, como el blues y Jimi Hendrix, Grateful Dead, Earth, Wind & Fire.

Comenta que tras de tocar con bandas como Stroking Roses, Arriola lo invitaba frecuentemente a ensayos caseros, a tocadas diversas, hasta que formalizó su trabajo con SinSemilla.

“Nunca me había relacionado musicalmente con la música de latinos, pero colaborar con ellos es de alguna manera reconocer musicalmente mi raíz, algo de mi espíritu negro y lo que es Los Angeles”, agrega Light.

Freeman, al igual que Arriola, perteneció a L.A. Mixers, grupo que formó con músicos mexicanos y su ex esposa.

“Esto es algo distinto de lo que había venido haciendo en el rock; los temas tienen mensajes ecológicos y las letras son menos metáforicas que las de mis canciones anteriores”, explica.

“Como aquí en tres meses te olvidan como grupo, estamos tratando de tocar lo más frecuente posible; es una labor de promoción, de presencia nuevamente dentro del movimiento de rock en español”, finaliza Arriola.

SinSemilla toca mañana viernes en La Capilla del Rock y tendrá el difícil compromiso de abrir el Festival Locopalooza 97 en Irwindale, el próximo sábado. Alterna con otras siete bandas locales como María Fatal, Ley de Hielo y Las 15 Letras.

sábado, 15 de marzo de 2008

Mountain King: fusión sin confusión


Ricardo Camarena

(La Opinión, 26 de agosto de 1997)

En lo que pudiera ser un segundo aire, el trío Mountain King ha acaparado el circuito de clubes de rock en español de Los Angeles.

“Es a partir de nuestra actuación en el segundo aniversario de la revista “La Neta” que decidimos ser consistentes a nivel de presentaciones en el condado”, dijo por principio Jerry Sandoval, vocalista y guitarra lead.

“Estamos tocando tanto en inglés como en español para abarcar el mayor número de público posible; a la gente le gusta oír rock en ambos idiomas. ¿Por qué no tirarles de ambos lados?” se preguntó y autoaconsejó su hermano Martín Sandoval, el bajista del grupo.

El grupo ha comenzado a ser identificado con una pieza de fusión, el tradicional son El cascabel de la música regional veracruzana, de un estado oriental de la República Mexicana, que interpretada muy a su manera, suena a joropo venezolano, un ritmo vecino del son.

“Oí esa canción una sola vez y la llevé a la guitarra eléctrica. También con el rasgado de una vihuela armé su base rítmica, así como sus requintos, punteados”, comentó al respecto Jerry.

“Pero en definitiva no somos una banda que pueda ser catalogada como de sones de fusión”, replicó Jerry. “Quizá se nos vuelva a ocurrir, pero es impredecible”, agregó.

El grupo tiene grabado un casete con ocho temas, incluido Cascabel: The way to be, Blows my mind, Dreamtime y otras.

Sereno, el baterista Darryl Grama sólo observaba a sus compañeros dar noticia de su actividad musical. En el ambiente, Grama es fácilmente identificable, pues acostumbra rasurar completamente su cabeza.

“Es muy callado. Pero ante sus tambores se prende”, señaló Jerry.

Para los integrantes de Mountain King, no hay un divorcio ni con la popularidad, ni con la posibilidad del éxito: “aparte, el placer de subir a un escenario y compartir tu música es básico”.

Compacto, el grupo presenta sus temas, auxiliándose esporádicamente de los teclados; “hemos pensado en otros integrantes, pero nos hemos dado cuenta que si alguien entra, es porque entiende el tipo de trabajo musical que hemos desarrollado los tres integrantes que actualmente formamos Mountain King”, aclaró Martín.

“Esta idea de agregar nuevos sonidos a nuestra música se puede apreciar en nuestro demotape, con teclados y otros instrumentos. Quizá más adelante se consolide esta idea del cuarto integrante. Por ahora sentimos que estamos funcionando bien como trío”, señaló Jerry.

Consciente del riesgo de repetirse por la continuidad con la que el grupo se ha presentado últimamente en la escena local, Martín reconoce sin embargo que “falta tiempo aún para que eso ocurra”.

Para Martín “el rock en español ha crecido mucho, y no podría suceder de inmediato; además, le vamos a ‘tirar’ al (idioma) inglés. Y como hay muchos clubes para música en ese idioma, se nos van a abrir muchas más puertas en dónde tocar”.

Por mientras, Mountain King ya puede contar entre su biografía haber alternado con la mayoría de las bandas locales de rock en español, así como con el grupo de rock español Los Ángeles del Infierno, y recientemente con Aterciopelados, de Colombia.

Jerry indicó que “esa tocada nos pareció muy buena porque allí nos dimos cuenta de que encajamos con la música alternativa. Nos hizo ver de manera más clara que nuestra música gusta a diferente tipo de personas. La audiencia es variada”.

“Y nuestra música también debe serlo”, agregó Martín. Y prosiguió diciendo que “en el momento en que terminamos de trabajar una idea musical, la descartamos. Nos proponemos siempre buscar cosas nuevas, que la gente reciba en forma fresca desde el escenario”.

Por último, en cuanto a la letra, los integrantes dijeron no abocarse sólo a problemáticas locales o sociales, sino a asuntos más universales, que resulten inteligibles para un público mayor.

martes, 4 de marzo de 2008

Freddy Fender: de una estrella



Ricardo Camarena

(La Opinión, 5 de febrero de 1999)

San Benito, Texas, tiene otra estrella de qué enorgullecerse, aparte de la que porta su bandera: la de Freddy Fender en el Paseo de la Fama de Hollywood.

Y el jueves por la noche, para dar el remate digno a la ceremonia llevada a cabo por la mañana en la esquina de Hollywood Boulevard y La Brea, el músico mexicoamericano fue objeto de un homenaje musical colectivo por parte de sus compañeros de generación, en el club House of Blues.

Rosie y The Originals abrieron con la versión bilingüe de Angel baby el concierto múltiple que precedió a la presentación estelar del guitarrista que tomó su apellido artístico de la famosa marca de instrumentos de cuerda.

También el cuarteto The Blazers se congratuló musicalmente del galardón a Fender. Con un rock and roll de sabroso estrépito y con la conocida cumbia Tiburón, tiburón, popularizada antaño por Mike Laure y sus Cometas, los esteangelinos le pusieron ritmo a la congregación.

Los maduros parroquianos aderezaron entonces la nostalgia de los años 60 y la convirtieron en los más heterogéneos contoneos en la pista del club. Lo importante fue hacer eco de toda una época, a lo que contribuyó la invitación al foro al bajista Jimmy Espinosa, con quien The Blazers ofrecieron la primera de dos interpretaciones de La tierra de las mil danzas, además de una pieza ‘con todo el sabor a Whittier Boulevard’, exclamó Espinosa mientras ejecutaba un buen solo de bajo eléctrico.

Rato después el grupo vocal Cannibal & The Headhunters, memorables teloneros de The Beatles en 1965, ofrecerían también al público el himno onomatopéyico de los sixties: ‘Na, nanananá, nana, naná nananá, nananá, nana nanaaa’. También Hey, Señorita y un afinado ‘blues para el House of Blues’, coreografiado por Robert Jaramillo, Richard López y Charlie Muñoz, llevaron al máximo la algarabía de la concurrencia.

El ambiente de congal efervescía; los pies de la concurrencia tenían un aire de autos lowriders; las cinturas, casi perdidas, un vértigo de búsqueda de los buenos tiempos de swing, surf, boogie y go-go. Departiendo entre el público se hallaban ejecutivos de disqueras, el alcalde de San Benito, la actriz Lupe Ontiveros, y el maestro de ceremonias aludía a la actriz Apolonia (costar de Prince en un filme), sin ubicarla del todo. Pero antes de ellos, Los Traviesos se habían unido al reconocimiento general a Fender con un cover baladero y música de corte tex-mex.

Y por fin, casi a las 10 de la noche, la ovación indicó que Fender, con soda dietética en mano, pisaba el foro de Sunset Strip.

Acompañado de un sexteto con el que surcó de la cumbia a la norteña, del tex-mex al blues y la balada bilingüe, Fender ocultó la enorme hebilla de plata con su nombre tras una guitarra Fender Stratocaster y se dispuso a brindar sus éxitos.

Canciones después el robusto vocalista de grandes bigote y melena se despojaría de su saco rojo con adornos garigoleados, negros para quedarse en camiseta negra estampada con un motivo de motociclista.

Entre canción y canción, recibió reconocimientos como el del presidente de los asambleístas Antonio Villarraigosa y otro galardón por su carrera en activo; a su vez, Fender compartió con diversas personalidades el otorgamiento de la famosa estrella con su nombre en Hollywood Boulevard.

Prosiguió con su concierto; dio su versión de Colina Azul; a ritmo de country mostró su peculiar estilo de tañir y requintear su guitarra sin plectro (“uña”), y cantó en todos los matices: lo mismo con su alegre estribillo “¡Ay, ay, ay!” sabrosas cumbias como La mucura, que sentidas baladas en español como la que popularizó Julio Iglesias, Hey.

Fender, inspiración e influencia declarada para el rockero mexicano Jaime López (Chilanga Banda), mezcló con gracia tanto Allá en el rancho grande y Canción mixteca, como Los ojos de Pancha y su correspondiente versión en inglés; la romántica Crazy fue uno de los temas más aplaudidos.

Pasadas las 11 de la noche, Fender se despidió de su público y entonces, minutos después, la tremenda banda de San Fernando Valley, Tierra, se encargó de darle un ambiente de zoot suiters y de East L.A. al resto de la noche en el club del West L.A.

Y se prolongó la velada con dos saxos, una buena tarima de percusiones caribeñas en manos de Johnny Valenzuela, un trío de vocalistas y el resto de músicos: era el sabor a leyenda de la música chicana de CalifAztlán.