sábado, 23 de febrero de 2008

Bloque de Búsqueda: Fusión en bloque









Ricardo Camarena

(La Opinión, 1 de marzo de 1999)

En el breve pero emotivo concierto que ofreció el octeto colombiano Bloque en el club House of Blues de West Hollywood el viernes pasado por la noche, un repertorio de fusión en el que comulgaron perfectamente el funk, el rap y el rock con los ritmos nativos mostró a la audiencia de una noche nublada y fría las formas de llevar la sangre caliente adonde quiera que se vaya.

Previamente, el grupo Galactic había presentado su set sin canciones, mismas que pasaron por los amplificadores sin pena ni gloria, ante una audiencia más bien preocupada por escoger la bebida adecuada en su mesa.

Contra la costumbre de los conciertos en ese lugar, en el que bandas como Maldita Vecindad, Enanitos Verdes, Pastilla o Café Tacuba atiborran la pista, en esa ocasión la concurrencia, en su mayoría anglosajona, deambulada cerveza en mano y con cierta indiferencia ante el repertorio de Galactic, pasadas las nueve de la noche.

Tuvo que llegar Bloque, más de media hora después, para volver a poner en circulación la sangre de atole que se había coagulado en los ánimos de los parroquianos.

El grupo se merecía mucho más público que el que en verdad tuvo. Pero aún con esta desventaja, canciones iniciales como Daño en el baño preludiaron la intensidad tropilatina de la velada; la letra fue rapeada con ansiedad, actitud y energía por su autor, Iván Benavides.

El octeto fue subiendo la temperatura de sus ritmos conforme la gente se fue acercando a la pista; a la tercera melodía más de una decena de caderas ya se contoneaban con la tambora, las congas, las maracas y un bajo zurdo ya no “pontifical”, puesto que el anterior bajista de Bloque, apodado “El Papa”, no se incluía esta vez en la alineación del grupo.

El repertorio de su primer disco fue repasado en esta presentación, con sonidos de gaita en el aliento de en la voz sinuosa y potente de Mayté Medina, la única mujer en el grupo.

Su flauta hammeliniana de bambú, de un vibrante sonido andino, como de quena, tuvo la magia de encantadora de serpientes, y en otros momentos, al echar mano de las enormes maracas el ágil brazo de Medina tuvo cualidades de áspid de cascabel.

Esta banda colombiana, de la cual algunos de sus integrantes han acompañado al intérprete de vallenato Carlos Vives, prosiguió con su repertorio de ritmos guajiros, funk y con tumbaos rumberos en los que se intercalaron excelentes requintos eléctricos con pedales de distorsión al estilo Carlos Santana. Un claro ejemplo fue la pieza Nena.

Sin lágrimas, ritualista y afrolatina, en la voz de Benavides cobijada por los coros de Medina y el tecladista resultó imponente.

Las percusiones gobernaron todas las piezas, y tanto la batería como las congas, la tambora y los bongós, acentuaron la energía rítmica de Bloque. Sin embargo, la labor de las dos guitarras eléctricas –una de ellas pulsada por el vocalista Benavides– pautaron la modernidad de las melodías.

Con La pluma, cantada por Montero, se estableció el contacto directo que entre tradición y vanguardia constituye el sonido musical de Bloque.

Esta fusión fue manifiesta también en El hedor permitió apreciar otra perspectiva del canto gregario de esta banda, que llevó a la concurrencia a corearla, aún sin comprenderla. Un eficaz solo de guitarra permitió al octeto hacer un exitoso jam de percusiones, teclado y vocalizaciones¶

A paso de ganso y tibios meneos, el público era más un auditorio que ovacionaba a Bloque que un cúmulo de bailadores; atrás quedaba el escepticismo inicial ante esta música cantada en español, con una capacidad de convocatoria de la adrenalina hasta el síncope.

Una hermosa canción, Majaná, cargó de ritmo caribeño en un dialecto afrocolombiano el cierre del concierto, para desconcierto de quienes hasta ese momento habían entrado en calor. La contagiosa sensualidad de la melodía interpretada por Montero fue climática y no precisó de traducciones, ni siquiera al español; mucho menos al inglés.¶

Con el el Rap del rebusque Bloque cerró su presentación y condensó las otras formas versátiles de amalgamar los ritmos afros de Colombia un rock sin fronteras, totalmente original.


sábado, 16 de febrero de 2008

Rock ¿en Bankarrota?

Ricardo Camarena

(La Opinión, 24 de julio de 1997)

Un cuarteto que en desde hace un año ha iniciado el recorrido el circuito de clubes de rock en español -algunos ya desaparecidos en el estira y afloja de la consistencia- es Bankarrota.

Sin alcanzar a precisar su estilo, que surca del heavy metal al alternativo, ellos sugieren el “metal alterlatino” para salvar de la crisis el abuso de la etiqueta.

Bankarrota está formado por el guitarrista Edgar Tirado, de 20 años, de formación ¡bolerística! y con un gusto especial por Pantera; Christian Puerta, de 19, en el bajo, con una formación obtenida en la banda de jazz de su escuela la que, aseguró, le permitió ampliar su gusto por la música y volverla su vocación actual. “Después compraría mi guitarra de 20 bolas en la calle Broadway para tupirle al rock”, comentó.

Jorge Barrera, de 23 años, es el cantante del grupo. Héctor Arana es un baterista originario de Guadalajara, quien inició como guitarrista hace 12 años en el rock, de entre quizás más de 30 inconfesables.

Arana comentó por principio que “el nombre de nuestro grupo refleja mucho de nuestra situación. Casi siempre estamos en bancarrota. Porque en cuestión económica, yo creo que a ninguno de los grupos locales le va bien. Más aún, porque el nuestro está empezando. Pero en cuanto a respuesta de la gente, creo que la estamos logrando”.

La formación de Bankarrota se ha enriquecido gracias al contacto con bandas anglosajonas “y definitivamente, por su influencia dentro del ‘alternametal’”, confesó Arana. De allí que, salvo el idioma, no hay una preocupación musical del cuarteto por desactualizarse.

Por otro lado, “las letras de nuestras canciones hablan de cosas cotidianas, de lo que sucede a nuestro alrededor, y que volvemos música”, dijo Barrera.

“Es el caso de Nocivo, en donde reflejamos una preocupación sobre las broncas como la contaminación, de algo que nos afecta como las sustancias químicas en el aire”, agregó Puerta.

El grupo de Huntington Park tuvo su primera participación estelar en la noche inaugural del club Dragonfly. Desde entonces la presencia de Bankarrota ha sido frecuente en los clubes angelinos.

Escuetos para comentar su propia actividad musical, quizás por su incipiencia, los integrantes de Bankarrota son cuestionados al respecto sobre si su búsqueda es de musicalidad o mensaje en sus temas.

“Ambas cosas”, respondió tajante Arana. “Y creo que se demuestra cuando vemos que los chavos se prenden. Buscamos música que encuentre respuesta en esta gente. Y en cuestión de letra... también. Es como un ciclo: la gente recibe y a la vez nos devuelve esta propuesta”, agregó.

Como reconocido acto de ego, los integrantes afirmaron “tocar lo que por principio nos gusta a nosotros. Un rock fuerte, y de ahí nos basamos para crear algo que provoque la reacción del público, pero no componemos exactamente para la gente, ni coritos catchies o de pop; para nada”, afirmó medio “pirrurris” Arana.

“Nuestra música sí induce al slam, pero en muchas ocasiones sorprende a la gente por la energía que transmite”, reconoció Arana.

“Usamos la música como un puente para comunicarnos tanto con quienes echan slam, como para quienes se quedan quietos, así, con los ojos pelones, preguntándose qué tipo de música les estamos tocando”, agregó Tirado.

“Le llamamos ‘el nuevo sonido de Los Angeles en español’, dijo rimbombante Barrera, recreando un slogan más propio de una agrupación cumbiera que de “un grupo de trash metal, groovy, pesado” y demás definiciones en las que sus integrantes no acertaron a coincidir.

Pero se defendieron precisando en voz de Tirado que “la cuestión es sacar un nuevo sonido al ‘metal’, es decir, al ‘metal de los noventas’”.

“Son bandas como Coal Chambers, Korn, Downset, Helmet, Deftones. Es una fusión del metal con el rap, algo de hip hop y todo eso. Nos identificamos más con los grupos anglos, aunque estamos cantando en español”, precisó Arana.

Barrera, quien al igual que sus compañeros en su estéreo hace convivir a Caifanes con Metallica, y de seguro MTV con Sábado gigante’, destacó sin embargo no necesitar, en el repertorio del grupo, de piezas clásicas de rock para estar en el gusto de su joven público: “Simple y sencillamente nuestra música habla por sí sola. Mensaje o no, la gente la escucha, y nos va a valorar por lo que estamos ofreciéndoles”.

Esto, al lado de las bandas locales en Whittier Narrows a principios de julio, y en Luna Park al lado de La Barranca.

La paradoja es entonces que haya una permanente Bankarrota.